Por Marcela Antonacci
Existen muchas clases de amistades. Están aquellos que son incondicionales y que están siempre, también otros que solo aparecen cuando es necesario o cuando quieren pedirte un favor (esos son los peores) y en el tercer gran grupo están incluidos quienes no se ven nunca pero cuando se encuentran parece que se hubieran visto ayer.
Dentro del conjunto de amistades que podemos nombrar como incondicionales, siempre suele haber una o dos personas que son aquellas que no te juzgan a pesar de lo que hayas hecho y que respetan tus decisiones.
Este tipo de amistades son muy difíciles de encontrar así que si la tienes, ¡cuídala! Y haz lo mismo tú con ella…no la juzgues por las cosas que hace o dejar de hacer.
A propósito de todo esto, ¿sabes a qué nos referimos cuando hablamos de juzgar a alguien?
Juzgar es hablar de la otra persona y tomar un partido a pesar de no conocer las dos campanas de la historia o encasillar al otro negándonos a sacarlo de ese lugar sin siquiera permitir que nos dé explicaciones. Cuando juzgamos a alguien lo estamos “señalando con el dedo” sin siquiera darle derecho a réplica de ningún tipo.
Cuando juzgamos a alguien, lamentablemente, estamos interpretando de manera superficial su actuación sin conocer, en concreto, cuáles son los hechos por los que se condujo de esa manera.
¿Qué hacer con las personas que se creen jueces de nuestra vida?
Si descubres que alguno de tus amigos es juez de la vida ajena, lamentablemente tendrás que aprender a enfrentarlo para que deponga su actitud que puede causar más daños que beneficios. Lo ideal es ignorarlo y no darle chance para que juzgue nuestras actitudes. Lamentablemente, a veces no queda más remedio que dejar esa amistad de lado y concentrarse solo en las personas que, a pesar de todo, nunca nos juzgarían.
Como verás, tener una amiga que no te juzga es muy difícil y no todos tienen la fortuna de conocer a alguien así. Por eso mismo, insistimos en que tener amistades que no te señalan con el dedo y te dicen que lo que haces está mal sin saber por qué lo haces, es como encontrar un tesoro en el medio del mar…no muchos lo pueden hacer y quienes lo encuentran son muy afortunados.